A pesar de la retórica estadounidense, la realidad demuestra que no existe Estado que dure demasiado si es considerado el principal enemigo de Estados Unidos.
Más allá de preferencias políticas, económicas o de peinados, el conflicto que enfrenta a los Estados Unidos de de Donald Trump y a la Korea del Norte de Kim tiene cierto aire de telenovela macabra que nos tiene a todos en vilo. Sin embargo, a pesar de lo que dicen los medios masivos, es poco probable que se llegue a una guerra convencional, y mucho menos a una nuclear.
Al que no lo cree que mire la historia. Tan solo una vez, aunque por duplicado, fueron usadas bombas nucleares a gran escala para decidir una guerra. Y en aquella ocasión, se usaron contra un Japón Imperial que tenía una fuerza industrial, humana y militar inmensas.
Korea, a pesar de tener la mayor cantidad de soldados del mundo, dispone de un ejército desactualizado, una economía endeble y cada vez menos aliados en el plano internacional. Sencillamente es mejor apostar a un derrumbe interno del país comunista que andar soltando bombas nucleares multi millonarias en una de las zonas más pobladas del mundo.
Entonces ¿por qué digo que Korea necesita armas nucleares? Justamente para compensar su propia debilidad en otras áreas. La versión internacional de comprarse una pick-up inmensa para pasearse por la ciudad, dirían las malas lenguas.
Existen pocos países capaces de oponerse a Estados Unidos durante tantos años sin sufrir algún que otro golpe de Estado o conocer el azote de la democracia impuesta a bombazos.
Irán y Cuba son quizás los exponentes más famosos. Pero Cuba, una vez superada la Crisis de los Misiles, dejó de ser una amenaza seria para Estados Unidos. Además, al estar defendida por la Unión Soviética, cualquier acción militar podría haber devenido en una real -y posible- guerra nuclear. Los posibles costos de una invasión superaron los potenciales beneficios. Luego de la caída del muro, Washignton decidió dejarla vivir, prefiriendo tolerar los largos y aburridos discursos anti imperialistas de Fidel que asumir el costo político de tumbar el gobierno isleño.
Por supuesto que ni durante la Guerra Fría ni después, desistió Estados Unidos de intentar asesinar al líder cubano por medio de subterfugios. Solo la suerte y la maravillosa capacidad de su servicio secreto salvaron a Fidel de los dardos yanquis.
Irán por otro lado es un régimen sustentado en el fanatismo religioso y en un Estado gobernado al son del Corán. Aunque queda bastante más lejos de Miami representa una amenaza mayor, dada su capacidad de bloquear el estrecho de Hormuz -una de las zonas con mayor tráfico petrolero del mundo- y su consiguiente efecto en los mercados internacionales.
Sin embargo su gobierno está fuertemente militarizado y, por ahora, no parece posible un golpe de estado propiciado por los Estados Unidos. Aunque así y todo Irán intentó -y todavía lo hace según las poco creíbles versiones de la Casa Blanca- construir un arsenal nuclear propio. La presión internacional fue tan grande que por unos meses pareció que la intervención militar podría suceder de un momento a otro. Entonces los rusos, en una movida diplomática brillante, entraron en escena y lograron un acuerdo que parecía imposible, desarmando la complicada situación.
Repasemos. Cuba quiso albergar misiles y no pudo. Luego perdió su potencial de amenaza y se le permitió vivir. Irán posee un Estado fuerte y militarizado, así y todo necesitó de Rusia para lograr el acuerdo que frenó la muy segura intervención militar extranjera.
Todos los demás casos están en la historia: Libia, Honduras o Chile son ejemplos claros y variados de que ser enemigo del líder del Mundo Libre durante mucho tiempo trae aparejado riesgo de bombardeos, visitas del tío Sam o golpes de estado teñidos de verde dólar.
Frente a esto, un país débil y en decadencia como Korea del Norte sólo puede recurrir a la amenaza máxima. Mejor pongámosle comillas... "máxima". No vaya a ser cosa que alguien de verdad crea que el suelo estadounidense está amenazado por unos cuantos cohetes koreanos. Digo, si Rusia -el país con el arsenal nuclear más grande do mundo- está que trina ante la capacidad del escudo antimisiles yanqui en Europa, qué puede hacer un principiante como Korea del Norte.
¿Contra Estados Unidos? Casi nada, o nada. ¿Contra los aliados y títeres de Estados Unidos? Quizás un poco. Lo suficiente, en todo caso, para frenar cualquier intento de agresión disfrazada de democratización. Lo suficiente para obligar a todos a sentarse en la mesa de negociación durante meses, años, mientras el régimen de Corea del Norte intenta salvar a su país de una debacle auto-inducida.
Mientras las cosas sigan así y todo el mundo esté en jaque, se mantendrá el status quo. Habrá que ver qué sucede el día que el gobierno coreano sucumba y vaya a saber quién tenga en sus temblorosas manos la llave que dispare una catástrofe nuclear de moderadas proporciones.
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